Acabo de llegar a casa después de
un intensivo de 20 horas de danza con Angèls Margarit. No tengo el cuerpo
dolorido. Aún con el cansancio
acumulado de toda la semana, y un
constipado que ha hecho que me cuidara más de la cuenta, me siento poderosa,
revivida y joven.
Partir de los caminos sobre el
cuerpo y de uno mismo para empezar a trabajar con el contacto del otro, es llegar
del estrés de la semana y empezar el postgrado en “aquí y ahora”. Saber como
estoy para poder ofrecerme y para estar , siempre es un acierto. Respetar los
tiempos de cada uno también y coger el pulso de la clase es maestría. Y así me
he sentido este fin de semana, respetada y escuchada.
Idea de piel, de continuidad, de
líquido ... matices para dar calidad al movimiento y hacerlo diferente y único.
Conexión de grupo y sentirnos unidos por el espacio sin tocarnos. Me lleva a
pensar en una conversación en la que la palabra competitividad ha salido y se
propone combinarla con colaboración. No llevo bien la palabra competitividad
... rebota de mi. No soy nada competitiva. A veces he sentido que esto ha sido
una falta en mi profesión, pero cada uno es como es.
La confianza. Otro valor. Confiar
en tu compañero con los ojos cerrados literalmente. Hacía tiempo que no sentía
ese vértigo en la barriga que hace que estés a punto de parar y te suden las
manos. Respira ... respira. Moverse respirando para que todo fluya y pase el
miedo. Y el miedo pasa y de golpe te sientes con una libertad que es absoluta.
Una libertad compartida con mi compañera, la misma a la que anteriormente he
brindado mi confianza.
Dar el tiempo. Esperar el momento
oportuno para que tu brazo siga al del compañero un segundo después. No
anticiparse. No remarcar una acción apretando la danza. Que difícil es ser
honesto bailando y no dejarse llevar por el pensamiento. Siempre que trabajo
desde ahí, me siento pequeña e indefensa. Pero me obligo a mantenerme en esa
búsqueda ... no construir, no intentar ser el bueno, no intentar ser original
... y a la vez, disfrutar bailando y dejando que la danza salga desde la
esencia de tu cuerpo. Así soy. Y no tener miedo a serlo. Aunque no seas el más
de la clase. Aceptarlo y que esa aceptación de haga ser mas libre.
Y en esa libertad sentir como el
flamenco pellizca pero no me aprieta. Está, pero no es obvio. Dibujar la música
con mis manos y ser consciente de todos sus matices. Sentir como mis muñecas
son las llaves para abrir mi expresividad y hacer que mi cabeza y mi cuerpo se
mantenga al margen. Darle a las manos y a la música el protagonismo que se
merecen. Y disfrutar.
Música electrónica que sentada,
me produce un nudo en el estómago,
pero en movimiento, hace
que explote en giros. Un loop infinito que se transforma en otro Todo es
posible si es honesto. No te lo inventes.
Menos es más. Concretar en una
idea funciona y recurrir al recuerdo es una buena manera para que el movimiento
tenga calidad. Repetir y repetir. Y darte el tiempo para encontrarlo. Para
pulir. Para buscar esa excelencia que te hace único. Pero no el mejor.
Utilizar todo lo que tengas a tu
alcance. Experimentar con los materiales y dejarte sorprender por ellos. Una
silla es una silla, pero también puede ser una puerta a otro lugar. La arlita te puede transportar a un paisaje de mar y un mono
blanco de pintor puede darte la textura de una nube. Dar vida a cualquier material y a partir de ahí construir un
universo propio. Me gusta que me dejen un espacio para imaginar cuándo voy a
ver un espectáculo.
Estar en la retaguardia y dejar
que el otro lleve la primera voz del movimiento. Observarle y acompañarle
complementando su trabajo sin llevarse el foco, sino sumando para que la suma
de los dos sea el resultado de la composición que quieres comunicar. ¿Que quiero decir? Componer para decirlo sin olvidar que
no deja de ser crear relaciones utilizando el silencio, de nada sirve decir
tanto que al final no se te escuche.
La irregularidad es interesante la asimetría también.
Y por último, descubrir Si Dolce È II Tormento y reflexionar.
Darnos la oportunidad de parar para ubicar y ordenar. Y leer la reflexión y sentir que en definitiva, ha sido un fin de semana lleno de vida.
De danza expresiva con un discurso poético en el que, en más de una ocasión, me
he sorprendido de no poder parar, de llegar a lugares insospechados y de sonreír
en medio de la nada. Danza desde dentro evitando caer en el sensation . Construyendo para comunicar guiados por una mujer de
manos fuertes y energía potente que contagia.
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