Cincuenta y ocho kilos justos.
Hoy apenas he comido unos espárragos con mahonesa y tengo la sensación de
haberme comido un buey. Mi prima dice que tengo una distorsión de la realidad
... yo no lo creo. Me paso horas mirándome en el espejo levantándome la
camiseta y buscando esos abdominales que hace tiempo desaparecieron. Pero no
creo que sea obsesión.
Camino por la calle observando
las cartucheras de las demás féminas con el objetivo de sentir que no soy la única a la que ,
el caminar, hace que le salga una especie de triángulo a la altura de la
cadera. Observo los estómagos de las demás y los comparo con los míos en
cualquier momento. Los escaparates se han convertido en mi peor enemigo ...
eso, y las marquesinas donde los carteles de las películas son anunciados. Ver
mi reflejo en ellos hace que aparte la mirada.
Aún sintiéndome la prima de Peppa
Pig , hoy he tenido el valor de quedar con Arturo. Le conocí en clases de Ruso
el año pasado. La primera vez que le vi , el corazón me dio una punzada. Desde
ese día, apenas hemos cruzado unas palabras ... pero llevamos meses dándonos
likes en cada publicación absurda, que hacemos por facebook.
He tardado más de media hora
en elegir la ropa, atrás quedaron los días en los que un tejano y una camiseta
vieja eran suficientes para sentirme bella. Atrás quedaron los días en los que, el maquillaje sólo me lo
ponía después de una noche de fiesta. Ahora, no soy capaz de salir sin el anti
ojeras puesto.
Bebo vino, mientras espero su
llamada. Observo que un mosquito muerto,
flota en la copa. Lo retiro con mis dedos y continúo bebiendo. Siento un pinchazo. Otro mosquito me
está picando en el talón, acabo con él de un manotazo. Mi mano se mancha de
sangre. Hijo puta. Me lavo las manos. De vuelta, sigo bebiendo.
El teléfono suena tres veces y
se para. Es la llamada perdida que marca el comienzo de la noche con Arturo.
Bajo las escaleras con la sensación de haber vuelto a la adolescencia. La
emoción me hace sentir menos pesada. Allí está, plantado en la puerta, con su
camisa por fuera y unas New Balance que le da un aspecto mucho más juvenil. Nos
damos dos besos furtivos y caminamos hacia Clot.
Arturo ha reservado mesa en el Taller. Es agradable, moderno pero
antiguo y con patio interior. A la mierda la dieta, hemos pedido unas croquetas
de setas estupendas. Estamos a punto de acabar la segunda botella de vino. Todo
es fácil. Su risa acaba con su mano apartando un mechón de mi cara.
—Eres preciosa. ¿ Lo sabes ?—
sus palabras resuenan en mi cabeza en forma de loop. Sin querer, me encuentro
con sus labios sobre los míos . Todo mi cuerpo se ablanda, sus brazos me
recogen ... quizá el vino o la emoción ... no lo sé, pero , tengo ganas de
cerrar los ojos y quedarme dormida para siempre. Me abandono a sus besos y
pierdo la razón.
Noto unos golpecitos en la
cara. Abro los ojos, Arturo me sonríe. Estoy tirada en el suelo, con la frente
mojada. Lástima que rondemos los cincuenta, porque sería una bonita historia
para contar a nuestros hijos. El primer día que me besó tu padre ... me
desmayé.
:) Precioso
ResponderEliminarGracias María !
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