Un día, un día existirá la muchacha y la mujer cuyo nombre no signifique meramente una oposición a lo masculino, sino algo por sí, algo que no se piense como un completamiento y un límite, sino sólo una vida y existencia: la persona femenina. Este progreso transformará la experiencia del amor, que ahora está lleno de error; la cambiará desde la base, convirtiéndola en una relación que se entienda de persona a persona, no ya de hombre a mujer. Y este amor más humano se parecerá a aquel que preparamos combativamente y laboriosamente, el amor que consiste en que dos soledades se defiendan mutuamente, se delimiten y se rindan homenaje.
Rainer Maria Rilke
Cartas a un joven poeta
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