No basta abrir la ventana
para ver los campos y el río.
No es suficiente no ser ciego
para ver los árboles y las flores.
También es necesario no tener ninguna filosofía.
Con filosofía no hay árboles: no hay más que ideas.
Sólo hay, como una cueva, cada uno de nosotros.
Hay sólo una ventana cerrada, y todo el mundo fuera;
y un sueño de lo que podría ver si la ventana se abriese,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
Alberto Caeiro
Poemas Inconjuntos
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